Después de décadas de desequilibrios fiscales crónicos, inflación estructural y políticas económicas improvisadas, Argentina comienza a dejar atrás la lógica del deterioro perpetuo. La actual administración, encabezada por el presidente Javier Milei, asumió en diciembre de 2023 con una herencia crítica: inflación de tres dígitos, pobreza récord, déficit fiscal insostenible, un Banco Central sin reservas y una economía paralizada por controles y regulaciones.

En tan solo dieciocho meses, el gobierno ha logrado avances inéditos: superávit financiero, reducción de la deuda pública, ordenamiento monetario, estabilidad externa, y recomposición del salario real, todo mientras se sientan las bases para un nuevo régimen económico sustentable.

El legado del chamanismo económico: déficit, deuda y pobreza

No es casual que los sectores que hoy critican este rumbo sean los mismos que encabezaron los gobiernos que consolidaron un modelo basado en el gasto descontrolado, la emisión sin respaldo, el default selectivo y una estructura tributaria asfixiante.

Gráfico que muestra la distribución de la deuda externa bruta de un país en el primer trimestre de 2025, desglosada por sector institucional, tipo de instrumento financiero y moneda, destacando el monto total de 278,073 millones de dólares y la participación porcentual de cada sector y moneda
Deuda | La Derecha Diario

Los ministros que representaron ese modelo dejaron una huella inconfundible: entre noviembre de 2019 y noviembre de 2023, la deuda pública consolidada del Tesoro y el BCRA creció en USD 156.441 millones, pasando de USD 330.782 millones a USD 487.223 millones. Esta cifra, sumada al endeudamiento del período 2008-2015, lleva el total comprometido a más de USD 300.000 millones.

Durante esos años, no hubo inversión pública productiva ni reformas estructurales, los recursos se diluyeron en subsidios mal diseñados, programas de gasto sin control y políticas fiscales populistas que aumentaron la dependencia del Estado y destruyeron el incentivo al trabajo y la producción.

Gráfico de línea que muestra la evolución de la deuda pública con privados y organismos internacionales en porcentaje del PIB desde noviembre de 2023 hasta marzo de 2025, comenzando en 56,5 por ciento, alcanzando un pico de 99,4 por ciento en diciembre de 2023 y descendiendo progresivamente hasta 39,5 por ciento en marzo de 2025

2024-2025: estabilización y orden

Frente a esta situación crítica, el gobierno actual inició un proceso profundo de saneamiento macroeconómico. Se eliminaron subsidios distorsivos, se redujo el gasto político, se corrigieron precios relativos, y se reordenaron las cuentas fiscales.

Los resultados comenzaron a notarse rápidamente. Según datos oficiales, el Índice de Salarios del INDEC para abril de 2025 muestra un sólido incremento mensual del 3,4%, con un destacado aumento interanual acumulado del 74,3%, lo que refleja una clara recuperación del salario real impulsada por un entorno económico más estable.

Sobresale el crecimiento del sector privado no registrado, con una suba mensual del 7,7% y un alza interanual del 182,9%, señalando una significativa mejora del poder adquisitivo en los segmentos más vulnerables. Este repunte es resultado directo de las políticas implementadas por el gobierno del presidente Javier Milei, que lograron estabilizar la economía, ordenar las cuentas públicas y devolver capacidad de compra a los trabajadores.

Gráfico que muestra las variaciones porcentuales mensuales, interanuales y acumuladas del índice de salarios en abril de 2025, desglosado en sector privado registrado, sector público y sector privado no registrado, junto con los ponderadores de cada sector en el período base

Al mismo tiempo, el Índice Compuesto de Actividad Económica (ICA-ARG) confirma el inicio de una nueva etapa de expansión económica sostenida. Tras el punto de inflexión en marzo de 2024,  la actividad comenzó a crecer con solidez, superando los niveles de 2020 y 2021 y avanzando sobre fundamentos mucho más saludables. Esta dinámica refleja un escenario propicio para el desarrollo del empleo, la inversión y el consumo privado, con bases más firmes y sin recurrir a desequilibrios estructurales.

Reducción histórica de la deuda pública

Uno de los hitos más destacados de esta etapa es la disminución de la deuda pública, tanto en términos absolutos como relativos al PBI. De acuerdo con datos oficiales, la deuda total del Tesoro y el BCRA bajó de USD 487.223 millones en noviembre de 2023 a USD 437.187 millones en mayo de 2025, es decir, una reducción de más de USD 50.000 millones.

En términos del producto,  el ratio deuda/PBI cayó del 99,4% en diciembre de 2023 al 39,5% en marzo de 2025, marcando una mejora histórica que devuelve sostenibilidad al esquema fiscal y reputación a la Argentina en los mercados internacionales.

Es clave destacar que este proceso no implicó toma de nueva deuda neta, sino que se dio gracias al superávit fiscal, la revaluación del PBI en dólares y la recompra de bonos en el mercado secundario, entre ellos los títulos AL30 y GD30.

Un nuevo régimen macroeconómico

La política monetaria se reorientó hacia un estricto control de la base monetaria, que permitió desacelerar fuertemente la inflación sin recurrir al ancla cambiaria. La salida ordenada del cepo, bajo un esquema de flotación administrada entre bandas, permitió recuperar confianza y sentar las condiciones para un nuevo régimen monetario más transparente, con mayor estabilidad y previsibilidad.

Hombre de cabello despeinado con chaqueta de cuero negra levantando el brazo y sonriendo en un fondo oscuro

Además, la reapertura del mercado de deuda en dólares trajo señales muy positivas. Con emisiones exitosas por USD 1.500 millones, suscritas por inversores internacionales,  Argentina logró acceder nuevamente al financiamiento externo sin comprometer su soberanía ni repetir errores del pasado.

Estas emisiones fueron neutras en términos de endeudamiento neto, es decir, no se usaron para financiar gasto nuevo, sino para optimizar los vencimientos existentes y reducir la exposición a riesgos financieros.

Un modelo de desarrollo basado en la inversión privada

El nuevo esquema económico argentino apuesta a liberar el potencial del sector privado como motor del crecimiento. Al eliminar distorsiones, reducir regulaciones, bajar la presión fiscal y garantizar reglas de juego claras, el país se posiciona como un destino atractivo para la inversión productiva.

Este entorno es el que permite pensar en un crecimiento sostenido del consumo privado, la inversión y el empleo formal, no como resultado del gasto público artificial, sino como consecuencia de la acumulación de capital y la mejora de la competitividad.

Argentina dejó atrás un modelo agotado que solo ofrecía inflación, pobreza y deuda. Hoy transita un camino exigente pero prometedor, donde los resultados comienzan a verse con claridad: salarios reales en recuperación, deuda en descenso, inflación a la baja, y actividad en expansión.

Es el resultado de un giro profundo y valiente, que devuelve dignidad al esfuerzo, estabilidad al ahorro y horizonte al trabajo. El nuevo rumbo está trazado. Y por primera vez en mucho tiempo, la Argentina vuelve a tener futuro.