En la madrugada del viernes 6 de junio, Rusia lanzó uno de los ataques más intensos de la guerra contra Ucrania, utilizando una combinación masiva de misiles y drones que golpearon la capital, Kiev, y otras ciudades del país. El asalto dejó al menos cuatro personas muertas en Kiev y más de 49 heridas en todo el país, según confirmaron las autoridades ucranianas.
El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, informó que los fallecidos en la capital eran socorristas que respondían a una de las emergencias provocadas por el bombardeo. Las explosiones estremecieron la ciudad, provocando incendios y daños significativos en edificios residenciales, infraestructura energética y el sistema de transporte público, incluido el metro.
La administración militar de Kiev detalló que los ataques incluyeron 407 drones, una de las cifras más altas registradas hasta la fecha, además de 45 misiles de crucero y balísticos. El sistema ferroviario también fue afectado, obligando a desviar trenes y cerrar parcialmente algunas rutas.
Rusia lanzó un ataque masivo contra Ucrania con 400 drones y múltiples misiles
Este ataque se produjo en represalia por una serie de ataques ucranianos recientes contra bases militares rusas dentro del propio territorio ruso. Ucrania había logrado destruir varios bombarderos estratégicos en los aeródromos de Engels y Dyagilevo, en las regiones de Saratov y Ryazan, utilizando drones ocultos en estructuras improvisadas. La inteligencia ucraniana llevó a cabo estos ataques de forma precisa y sorpresiva, lo que generó una fuerte respuesta del Kremlin.
Rusia, a través de su Ministerio de Defensa, justificó los bombardeos como una reacción a lo que calificó de ”actos terroristas” cometidos por Ucrania. Sin embargo, el ministro del Interior ucraniano, Ihor Klymenko, y el ministro de Relaciones Exteriores, Andrii Sybiha, condenaron los ataques rusos como una ”agresión deliberada” contra civiles e infraestructura crítica.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, expresó su indignación ante la violencia y pidió a los aliados occidentales incrementar la presión sobre Rusia. ”Si alguien no ejerce presión y le da más tiempo a la guerra para cobrar vidas, eso es complicidad”, escribió en la red social X.
Además de Kiev, otras ciudades también sufrieron daños importantes. En Ternopil, al oeste del país, el ataque dejó al menos 10 heridos y causó incendios que generaron una concentración peligrosa de sustancias tóxicas en el aire.

En Lutsk, en el noroeste, 15 personas resultaron heridas y varios edificios públicos y residenciales fueron dañados. En la región de Cherníhiv, un dron Shahed explotó cerca de un complejo habitacional, rompiendo ventanas y puertas, mientras se registraban también impactos de misiles balísticos en las afueras.
Como resultado de esta nueva escalada del conflicto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo declaraciones fuertes tras una conversación telefónica con Vladimir Putin.
Trump sugirió que podría ser preferible dejar que Ucrania y Rusia intenten resolver el conflicto con sus medios antes de intervenir para negociar la paz. Las declaraciones tuvieron lugar durante una reunión con el nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, quien lo instó a usar su influencia para frenar la violencia.

Este ataque marca una nueva fase en el conflicto que ya lleva más de tres años. La intensidad y el alcance del asalto ruso reflejan tanto la creciente capacidad ofensiva del Kremlin como su voluntad de responder agresivamente a las operaciones llevadas a cabo por el ejército ucraniano dentro del territorio ruso.
Al mismo tiempo, la situación pone mayor presión sobre Occidente para definir su papel y responsabilidad ante un conflicto que continúa escalando en violencia y complejidad.
