El pasado jueves, Patrick Brice, un hombre de 28 años, fue sentenciado a un año de detención domiciliaria y tres años de libertad condicional, tras haber sido declarado culpable de agredir brutalmente a dos ancianos activistas pro-vida.
El veredicto fue emitido por la jueza progresista Yvette M. Bryant en la Corte del Circuito de la Ciudad de Baltimore, y ha generado una fuerte controversia por considerarse una sentencia demasiado indulgente dada la gravedad del ataque.
El incidente ocurrió el 26 de mayo de 2023, frente a una clínica de Planned Parenthood en el centro de Baltimore, cuando Brice atacó violentamente a Mark Crosby, de 73 años, y a Richard Schaefer, de 84, quienes se encontraban realizando labores de concientización pro-vida.
La agresión fue captada por una cámara de seguridad, mostrando cómo Brice empujó a Schaefer contra una jardinera y luego derribó a Crosby, golpeándolo repetidamente en el rostro y pateándolo en la cabeza.

Como resultado del ataque, Crosby sufrió múltiples lesiones graves: una fractura facial, ceguera en un ojo, dolor de cabeza y cuello, dos dedos fracturados y múltiples moretones. Actualmente padece fotofobia (sensibilidad a la luz) y debe cubrirse un ojo en días soleados o ante luces brillantes.
Durante la audiencia de sentencia, Crosby se presentó con un crucifijo y llevó fotografías de su rostro ensangrentado, además de la camiseta manchada que llevaba el día del ataque, la cual tuvo que ser cortada durante su tratamiento médico.
A pesar de la gravedad de los hechos, Brice fue absuelto de los cargos más severos de asalto en primer grado tanto en un juicio con jurado como en uno posterior sin jurado. Finalmente, fue condenado por dos cargos de asalto en segundo grado y dos de poner en peligro imprudentemente la vida de otros.

Durante la audiencia de sentencia, la fiscalía pidió una condena de 10 años de prisión, argumentando que debía enviarse un mensaje contundente contra la violencia motivada por creencias políticas o religiosas.
Sin embargo, la jueza Bryant optó por una pena mucho más leve: detención domiciliaria, con permiso para salir por razones laborales o médicas, y la prohibición de acercarse a clínicas de aborto o centros pro-vida.
Brice declaró que estaba arrepentido por lo ocurrido y aseguró que ”perdió el control” después de un supuesto comentario racial por parte de Schaefer. Afirmó no ser activista a favor del aborto y dijo haber tenido un ”mal día”. Su abogado negó que el ataque tuviera motivaciones políticas o religiosas, señalando que Brice ha perdido trabajos y una relación a raíz del caso.

Las víctimas, sin embargo, no consideran que se haya hecho justicia. Crosby calificó el sistema judicial de Baltimore como ”criminal-friendly” y acusó a los jueces de tener prejuicios contra los activistas pro-vida. Por su parte, Schaefer rechazó la afirmación de que él hubiera provocado el ataque y prometió seguir con sus actividades pro-vida, sin importar las consecuencias.
Ambos hombres han regresado a la misma clínica de Planned Parenthood donde fueron agredidos, reafirmando su compromiso con la causa pro-vida. Crosby incluso sugirió que el ataque debería haber sido considerado un crimen de odio, ya que Brice le arrancó un crucifijo del cuello y lo arrojó a los arbustos. Brice negó tener animadversión hacia los cristianos.