El Gabinete de Seguridad del Gobierno de Israel aprobó en la madrugada del viernes un plan militar impulsado por el primer ministro Benjamin Netanyahu para ocupar la Ciudad de Gaza, ubicada en el norte del enclave palestino.
La iniciativa, que marca una nueva etapa en el conflicto armado, tiene como principal objetivo derrotar a la organización terrorista Hamas, garantizar el retorno de los rehenes israelíes y establecer una nueva estructura de seguridad en la Franja.
La decisión fue comunicada oficialmente por la Oficina del Primer Ministro, que detalló que el gabinete respaldó la propuesta de Netanyahu para derrotar a Hamas y que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se encuentran en preparación para ejecutar la ofensiva.

Si bien el plan se enfoca por ahora únicamente en la Ciudad de Gaza, que representa aproximadamente el 25% del territorio aún fuera del control israelí, no se descarta una extensión futura hacia otras zonas como los campos de refugiados en el centro del enclave.
El comunicado gubernamental subrayó que Israel mantendrá el compromiso de proveer ayuda humanitaria a la población civil que se encuentre fuera de las zonas de combate. La operación, según se explicó, busca equilibrar los objetivos militares con la gestión de las consecuencias humanitarias, en un contexto regional de alta tensión y con creciente presión internacional.
Entre las condiciones exigidas por el gobierno israelí para poner fin a la guerra se encuentran el desarme completo de Hamas, la devolución de los rehenes restantes —50 según el último recuento, de los cuales se cree que unos 20 permanecen con vida—, la desmilitarización total de la Franja de Gaza, el control de seguridad por parte de Israel y la instalación de un gobierno civil alternativo que no esté representado ni por Hamas ni por la Autoridad Palestina.
Desde el lado de Hamas, la reacción fue inmediata. A través de un comunicado, el grupo islamista calificó la operación como un “nuevo crimen de guerra” y advirtió: “Advertimos a la ocupación criminal que esta aventura le costará muy caro y no será un camino fácil”. Además, acusaron a Israel de “sacrificar a los rehenes”, al considerar que la ofensiva pone en riesgo la vida de los cautivos que aún permanecen en manos de las milicias.

Por su parte, el jefe del Estado Mayor de las FDI, Eyal Zamir, expresó su rechazo a una ocupación total del enclave, argumentando que podría derivar en un desastre humanitario y comprometer la seguridad de los rehenes. No obstante, la oficina de Netanyahu aclaró que “una abrumadora mayoría de ministros determinó que el plan alternativo presentado al gabinete de seguridad no habría asegurado la derrota de Hamas ni el regreso de los rehenes”.
El foco estratégico en la Ciudad de Gaza responde a su valor simbólico y operativo dentro de las estructuras de Hamas, y a su alta concentración poblacional —estimada en 800.000 personas—, cuya evacuación se considera una condición operativa. La ocupación gradual permitiría reducir la resistencia y consolidar posiciones antes de avanzar sobre otras zonas del enclave.
Con esta decisión, Israel reafirma su voluntad de eliminar la amenaza que representa Hamas y de sentar las bases para un nuevo esquema de gobernabilidad y seguridad en Gaza, con el control efectivo del territorio como condición innegociable.